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EntreVistArtista Alfonso Blanco


 
"Una sola caricia contiene en sí todo el deseo y la oferta generosa que el humano ha acumulado en su diversificada y dilatada historia de migraciones, destrucciones, ilusiones y creaciones."
 
 



 
 



Proyecto EntreVistArtista (EVA) © 2009 - 2013 
Autora: Rosa Matilde Jiménez Cortés
“Entre Tú y Yo”: Alfonso Blanco (España)


 
 
 
EntreVistArtista: Quien ha leído un aforismo de “Elefante Blanco”, sabe a quién me refiero, pero… ¿Quién es el hombre detrás del seudónimo? ¿Cómo se difine a sí mismo?
 
Alfonso Blanco: Mi nombre completo es Alfonso Blanco Martín. El segundo apellido tiene para mí algo muy especial porque el martín pescador es mi pájaro favorito y porque heredé ese apellido de un abuelo al que no conocí pero cuya sombra benéfica de escritor y amante de la libertad siento muy cercana.
 
Me defino como deseador y me considero miembro de la comunidad de deseadores que, estoy seguro, existe en el mundo. Una comunidad de individuos aislados, sin reglas ni reuniones, unida por el hecho de la existencia de esos propios individuos que ponen por delante de la ambición, del ánimo de lucro, de cualquier acción que emprendan o del cumplimiento del amor, la existencia del deseo, del deseo personal que se concibe en un lecho de ilusión fabricado con la historia individual y del mundo en el que se encuentran, con las aspiraciones que nadie sabe de dónde proceden, con la curiosidad que es el impulso para seguir caminando.
 
 
E.V.A: ¿Por qué “Elefante Blanco”?
 
AB: Por su sonoridad, por su escasez. Porque me gustan mucho los elefantes de cualquier color: pacíficos, independientes, agresivos a veces, extraños, cercanos a sus congéneres, paradójicos. Porque según la tradición hindú, este animal mítico y real representa la verdad más exaltada. Por la existencia de Ganesha, híbrido de hombre y elefante, hijo de la diosa Parvati (esposa de Shiva), que debe su aspecto a la fidelidad a sus principios y a la furia de su padre. Porque Ganesha representa la armonía entre el hombre y el universo y es símbolo del conocimiento, dios de los caminos y de las letras. Porque uno de los cuentos más hermosos que he leído (de Gustavo Martín Garzo) trata de un elefante blanco que entrega su vida a un grupo de personas para que puedan alcanzar su objetivo.
 
 
E.V.A: Me consta el valor que le otorgas a la amistad, dicho por ti, en un aforismo:
 
AB: La amistad es una paradójica mariposa siempre renacida. Mientras se añora es crisálida que promete, cuando se posee es levedad hecha color, si se la utiliza es insecto voraz y despreciable. Es exigente, generosa, extraña, sorprendente y sólo puede vivir en libertad.
 
 
E.V.A: ¿Hablar de Libertad es igual que hablar de Duda?
 
AB: Cuando la libertad no contiene nada que le haga sombra es esclavitud. La duda es la mayor potencia que nuestras neuronas nos ofrecen, es la puerta de la libertad, es aquello que nos permite asomarnos a ella puesto que la libertad es inhabitable. Asomémonos todo lo que podamos a esa puerta para que el frescor de la libertad refresque nuestra piel y nuestros pensamientos.
 
 
E.V.A: ¿Cuál es el impulso vital que te motiva cada día?
 
AB: El deseo. Para mí, es como hablar de mí mismo. Creo que el deseo es el centro de la vida viva, lo demás es vida muerta. Tengo un texto en el que me defino como deseador (y nunca como consumidor). Yo deseo la vida y, a partir de ahí, tengo todos los deseos. No me interesan los intereses, sino los deseos y el deseo en sí que es el auténtico impulso vital.
 
 
E.V.A: ¿Hay algo de lo cual reniegues?
 
AB: Reniego de la condición de consumidor. Comprendo que una empresa comercial necesite la existencia de consumidores para su supervivencia y lucro. No comprendo que ninguna persona se asuma como consumidor, acepte una definición de sí mismo como instrumento de otros, se rebaje a aceptar ese calificativo como definitorio de su persona o de parte de ella. No soy un consumidor, soy un deseador.
 
 
E.V.A: ¿Cómo surge un aforismo y cuál es tu método de creación?
 
AB: Todos mis aforismos surgen en un momento dado en que me pongo a escribir, y sin control. Sólo sé después de escribir su primera versión que son producto de reflexiones o sensaciones a veces muy largas y que un día se dejan concretar en palabras. A partir de que he escrito la primera versión los dejo dormir y, releyéndolos de vez en cuando, los voy corrigiendo o transformando hasta el momento en que me da la impresión de que de alguna forma se han redondeado, o vuelto puntiagudos, o suaves, u otras cosas que el que los lee puedes deducir.
 
 
E.V.A: ¿Desde cuándo escribes y por qué has elegido como recurso poético-filosófico el aforismo?
 
AB: Soy escritor por naturaleza o por aprendizaje, esto nunca se sabe, es algo conceptual. Escribo desde hace muchos años y tiendo a ser bastante conciso en mi expresión. El aforismo permite una libertad y una apertura a la significación que me interesan mucho, además de adaptarse a esa conceptualización y concisión que me caracterizan. El aforismo, desde mi punto de vista, sería la expresión del pensamiento que está más cercana a la poesía que es, a su vez, la más rotunda y honda forma de expresión escrita que existe. El aforismo me permite ser preciso y abierto, para que cada una de las personas que lo lean puedan extraer de él lo que quiero expresar y algo del propio pensamiento del que lee.
 
 
E.V.A: ¿Hay algo que añores aún antes de conocer? Y, ¿qué es para ti la alegría? 
 
AB: Echo de menos los cerezos japoneses que no conozco y me pregunto por qué sin dejar de saber que eso corresponde a un juego conmigo mismo equidistante del placer y el dolor. Aquí también hay cerezos pero no hay fiesta como en aquellas islas que ordenaron su salvajismo gracias a ritos medidos y extáticos, y eso en un lugar como el que vivo que presume de festivo, da la medida de sus limitaciones aunque se crea tan alegre. Para mí la alegría es otra cosa, es un mar de dudas lleno de risas y rizado de certezas. No sé si es mejor ser barca o cetáceo, pero es bueno intentar ser amigo del peligroso y atractivo mar, sobre todo si una amiga lejana y cercana lo nombra con una palabra mágica y racional: Imaginante.
 
 
E.V.A: Gracias Alfonso. Ser Imaginante conlleva un peso de cierta inutilidad desde el dualismo: Arte-Vida, ¿o no?
 
AB: Como paciente "homo sacer" que soy, inevitablemente, me son familiares Nietzsche, Heidegger y Agamben. La maravillosa inutilidad de las palabras que ellos nos regalan está muy cerca para mí de la bendita inutilidad del color que los artistas nos ofrecen. Sólo la música es capaz de recrear ese misterio del regalo y la inutilidad, de la palabra continuamente recordada con el fin de que el pensamiento vele, nunca duerma, a pesar del ejército de amables parásitos que domina el mundo. Sólo la música, continuamente efímera, mostradora del tiempo, expresa, piensa y siente a la vez, en su ofrecimiento, el misterio de esa imposible trinidad a la que aspiro desde la dualidad arte-vida. Y creo que esa trinidad se cumple en el amor, ese amor que trae a colación tu entrevistado y que es lo único que nos queda después de haber perdido el centro hace ya tantos años.
 
 
E.V.A: Nada permanece todo es transitoriedad, ¿en qué capítulo de tu vida te encuentras ahora?
 
AB: Estoy en época de cambios en mi vida. Sí, la vida es un permanente cambio, pero hay momentos en que se intensifican como escribir una novela... “En el silencio que crece al hacerme mayor recuerdo el barrio en el que di mis primeros pasos, tan lejano ahora y tan cercano en mi interior. La señora Florinda llena la casa, la calle, incluso la pequeña plaza que entonces, cuando aún no creía que yo era alguien, me parecía inmensa, con sus casitas de colores y sus mujeres siempre activas en la mañana, y con sus atardeceres de hombres, de bebidas masculinas, de risas duras; nada que ver con el murmullo constante y matutino de las mujeres que me resultaba algo parecido a un jardín que me protegía. En ese jardín que para mí era la plaza sin árboles, vallado con las palabras de las mujeres, me sentía segura. Solo de la mano de mi madre, con mis pequeños y contentos pasos, me adentraba por las calles que la rodeaban hacia la iglesia, hacia el mirador, hacia el agua, el aire y los grandes edificios que hoy se han quedado pequeños...”
 
 
E.V.A: Acerca de los principios, del “término” como tal, ¿cuáles serían algunos de tus principios como ciudadano de la vida?
 
AB: Empecemos por el principio, evidencia o perogrullada que sólo se justifica porque soy una persona con principios que acepta el significado tradicional de ese término. De esto no se infiere que yo sea tradicional, sino reformista y radical.
 
Algunos de mis principios son los siguientes: Todos somos iguales en derechos. Todos somos diferentes. La uniformización en una tiranía es indeseable. La uniformización en una democracia es indeseable. La opinión de la mayoría no tiene por qué ser la mejor (ni la peor). Las opiniones dominantes no son las únicas posibles. Cualquier opinión tiene valor por sí misma, no por su descripción política. Hay que distinguir entre opinión y propaganda. Uno de los factores más definitorios de una democracia es que siempre es mejorable. Hay que saber y ser consciente en todos los momentos de nuestra vida que una parte del bienestar personal y social que disfrutamos se debe a la existencia de un tercer mundo, a las condiciones inhumanas en que viven millones de personas. La mentira personal nos hace humanos. La mentira social o política nos hace inhumanos. La ironía (distancia) es la mejor facultad para ejercer el espíritu crítico. El disfrute de la belleza hace mejor al arte. El arte nos hace mejores. Nuestra vida consiste, toda ella, en la forja de un alma conducirla, irremediablemente, a su completa desaparición.
 
 
Rosa Matilde Jiménez Cortés: Alfonso, para cerrar este intercambio de palabras sustraídas en el tiempo en rescate de aquello que ambos valoramos con vehemencia, que es la amistad, dejo para ti lo que de ti es: “Cualquier humano, ante su nueva obra, se siente aplastado por el peso de la pirámide construida con las obras que le preceden, o encumbrado por el pedestal formado por las obras anteriores a él. El pintor, como cualquier artista ante su nueva obra, rechaza el pedestal y se zambulle en el laberinto de la pirámide.”
 
Alfonso Blanco Martín: Rosa, quiero despedirme dándote las gracias más efusivas porque tu amistad ha sido un puente que me ha permitido expresar; compartirte estas pequeñas cosas en torno a mis intereses. Espero y deseo que para ti mi amistad signifique lo mismo.



Obra publicada por Alfonso Blaco / Enlaces:
 
 
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