Proyecto EntreVistArtista (EVA) © 2013
Entre Tú y Yo: Tono Carbajo (España)
Por Rosa Matilde Jiménez Cortés
EntreVistArtista:
Aprecio hayas tenido a bien recibir mi invitación, entrevista cuyo pasado
el tiempo cambió y sin duda, metamorfoseará…
Tono Carbajo: Amiga
Rosa, es un placer hablar contigo, establecer la conversación en términos de
entrevista; encantado de hacerlo. No es habitual en el mundo del arte y de la
cultura recibir preguntas tan apropiadas y cercanas, realizadas desde el
conocimiento y el cariño. El mar que nos separa cuando escribo esto es el mismo
que nos une.
EVA (La Palabra) anula cualquier
distancia, Tono. El arte nos devuelve la mirada del otro aún sin habernos
reflejado en la pupila del tiempo. Dime, ¿divorciarías tu condición humana de
él para ir al encuentro de nuevos horizontes?
TC: Después de tantos
años conviviendo juntos me es bastante difícil separarlos. Veo la vida a través
del arte, analizo el mundo a través del arte. Es una forma de estar de sentir y
de vivir. Podría decirte que el individuo es el que observa desde el interior,
el que se deja fascinar por el mundo, el que a veces se horroriza de la
realidad. Soy la persona que le dice al artista: eso tienes que contarlo, sobre
esto hay que reflexionar, en esa llaga hay que revolver. Soy el que se
emociona, el que sufre y el que disfruta, el que se apasiona, el vehemente. En
cambio a veces la cosa funciona al revés y es el artista el que le dice a la
persona: mira eso, siente aquello, mantente en movimiento, no relajes tu
atención sobre el mundo. Resumiendo, te podría decir que existe un feedback
total entre artista e individuo, ambos se realimentan.
EVA:
Matizamos nuestra vida entre lienzos de memoria, colores que abigarran
instantáneas en blanco y negro, pensamos y sentimos desarticulando los tendones
del tiempo. En valoración retrospectiva, ¿podrías establecer qué estímulos o
factores propiciaron tu acercamiento al arte?
TC: No podría
establecer un momento concreto de partida... más bien, te hablaría de flashes.
De sensaciones. Los primeros fueron por estímulos exteriores, algunos relacionados
con mi familia, otros con el sistema educativo. La primera sensación que
recuerdo, que me movió algo por dentro, que me susurró a la oreja que algo
especial estaba sucediendo, fue cuando mi padre me regaló una gran cartulina
especial para acuarelas. Era muy pequeño, no sabría decirte un año concreto
pero fue en mi primera infancia. Recuerdo que me quedé absolutamente fascinado
ante una superficie tan grande, blanca, vacía, suave. Algo sucedió en ese
instante. Algo muy especial. Otro punto de ruptura, también de muy pequeño, fue
un enfrentamiento fortísimo (que acabó en expulsión) con una profesora de
plástica empeñada en que yo no servía para la pintura. Recuerdo que sus razones
eran que siempre dibujaba en los márgenes del papel y que tenía una tendencia
anormal a provocar inundaciones de pintura en clase. Resulta curioso pensar
desde la distancia que dan los años, en el que una de mis obsesiones en el arte
siempre ha sido ampliar el espacio físico de la pintura. He usado múltiples
recursos para conseguir ese propósito. Desde
los añadidos laterales al cuadro en los años 80 rompiendo el plano rectangular
del lienzo y expandiendo su espacio por la pared, hasta las vídeo instalaciones
actuales en las que avanzo a la tercera dimensión e incluso la cuarta si
contamos el tiempo de vídeo como material de trabajo. Podría contarte algún
momento más en esos años pero no quiero alargarme demasiado. Hay un largo
período después de la infancia, digamos que entre la pre adolescencia y la
primera juventud en los que solo encuentro silencio sobre el arte, dejo de
dibujar mis cosas, me ciño a seguir el monótono y aburrido programa escolar. A
los diez y seis tuve la suerte de contar con un profesor en literatura que nos
hablo sobre la gramática comparada de Ferdinand de Saussure y sobre todo de la
gramática generativa de Noam Chomsky. Eso me puso en el camino de nuevo. Para
mi inocente sorpresa, el arte y la plástica podían ser entendidas como un
lenguaje, podía hablar y analizar el mundo a través del arte, eso fue uno de
los shoks que me volvió a poner en marcha. Comencé a dibujar de nuevo, a
investigar. Recuerdo unos primeros óleos con los que pinté una serie de
imágenes muy desgarradoras, muy existencialistas. El veneno había vuelto y esta
vez para quedarse. Era el último año de la dictadura de Franco, estábamos
haciendo que la realidad cambiara, el arte era una de las herramientas posibles
para producir ese cambio. Tuve unos coqueteos con la Biología, de hecho asistí
un par de años a la facultad, en un intento desesperado por tener una profesión
“normal” pero la pintura ganaba terreno y ocupaba todo mi tiempo. La realidad
se acabó imponiendo, empecé a aceptar que el arte me había elegido, o que otro
tipo de vida era posible. Acepté el reto y la responsabilidad. Seguí el camino.
EVA:
Ahorcar emociones, conceptos; experiencias de una vida entregada al quehacer
elegido... En pregunta tripartita cuya simplicidad implícita no deviene a
conjeturar, intenta exprimir el entramado detrás de la hechura del hombre ante
la sociedad, ante su familia y ante sí mismo. ¿Cuál es la condición del artista
frente al dilema que representa converger esos tres factores sin que al hacerlo
contravenga en rompimiento?
TC: La condición del
artista ante la sociedad ha de ser la alerta y la verticalidad. Estar despierto
ante el entorno, impedir que caigamos en la atonía, en la narcosis que se nos
ofrece desde el poder y en la mayoría de medios de comunicación de masas.
Mantenernos en la posición de erguidos, firmes y atentos como antenas. Una visión
crítica del mundo y/o del individuo. Dentro del sistema ocupo el humilde lugar
o la condición del trabajador, el productor, el fabricante de sueños e ideas.
Dicho esto, siempre defiendo que el arte, la pintura, no es un buen medio para
cambiar la sociedad, para eso prefiero la acción política. Puede parecer
contradictorio pero no lo es. Me explicaré. Entiendo que las artes visuales
tienen un soporte físico demasiado rígido y por otro lado son recibidas por una
cantidad de población demasiado reducida y en ocasiones elitista, como para
poder provocar de forma directa grandes cambios sociales. En ese sentido, la
música o el cine juegan con ventaja por su gran poder de difusión y por
utilizar un soporte físico”ligero”. Donde creo que si se pueden producir cambios
es a nivel individual. Por eso mi opción o mi herramienta de trabajo en las
artes visuales siempre ha sido la poética. Creo que ese es el lenguaje
apropiado; al menos para mí; porque es más útil a la hora de producir cambios
en las personas. Tocar las emociones es muy eficaz en ese sentido, porque
universaliza la acción artística. Por supuesto que en mi trabajo también hay un
posicionamiento social o incluso político, pero no de forma explícita o
directa. Se percibe por los materiales que utilizo, o por la metodología de
trabajo, reciclando abandonos, recogiendo, reinterpretando trozos de memoria,
restos. Podríamos hablar de cierta arqueología de lo contemporáneo. Sobre la
segunda parte de tu pregunta, respecto a mi posición de artista ante mi
familia, mejor te deberían contestar ellos, que son los que la soportan. Con
los altibajos económicos, y con un padre que se pasa el día en las nubes
haciendo cosas raras. Mi compañera es un gran apoyo en mi viaje, ella también
viene del mundo del arte, concretamente de la danza contemporánea y comprende
la extraña condición del artista. Supongo que yo aporto la sorpresa, el cambio
permanente. No sé qué decirte, habría que preguntarle a ella. No quiero ponerme
tan sentimental como Vargas Llosa en la entrega del Nobel. Ante mi mismo espero
que sea una vía de crecimiento personal. Cuando un artista es honesto con su
trabajo y consigo mismo se va puliendo, se va construyendo, evolucionando,
completándose. Me mantengo alerta y a cambio el arte me mantiene vivo.
EVA:
Analizar y cuestionar la realidad ¿te ha permitido avanzar en cada uno de tus
planteamientos o por el contrario, te ha dificultado ver un horizonte nítido a
la luz de tus anhelos como cualquier ser humano sin más expectativa que sobrevivir
en un mundo donde nada y todo es, o parece ser posible?
TC: La vida es tan
importante como el arte. Podría decirte que vivir es el principal alimento,
después, por supuesto hay que complementarlo con otras muchas cosas, la música,
la poesía, la filosofía etc. Pero dejarse llevar, sorprenderse, fluir, es
esencial. El que no Vive, así con mayúscula, no podrá comunicar nada. Encontrar
un equilibrio entre vivir y reflexionar, es fundamental. Cuando ese delicado equilibrio
funciona todo funciona. Entonces se avanza. Es curiosa la segunda parte de tu
pregunta, pero si, a veces un exceso de análisis frena, es lo que te decía
antes sobre el equilibrio. El peligro que se esconde tras ello es que la obra
pierda alma, pierda intensidad, se enfríe. Puede que gane en concepto, pero a mí
me gusta que la obra también refleje intensidad y esa intensidad, al menos en
parte, solo puede salir de la intuición y a veces de la irreflexión. Tirarse a
la piscina sin saber si hay agua o no… con la esperanza de que esté llena.
EVA.
Con una trayectoria sólida que avala tu trabajo, ¿qué esperas de ti como artista?
TC: Eso es algo que no
me he planteado nunca, no soy consciente de tener una sólida trayectoria...
Sencillamente sigo en el camino, paso a paso, con mis caídas y mis levantares.
Espero seguir sorprendiéndome con las cosas cercanas, sencillas, en las que
casi nadie se fija. Porque he aprendido que en ellas está la verdad. La
Historia ya se ocupa de los grandes acontecimientos y de deformarlos a
conveniencia. Hay más verdad en una mirada o en un gesto que en las grandes
palabras.
EVA:
Tu proceso creativo ¿de dónde parte, hacia dónde va y de qué modo te adaptas a
él para hacerlo tuyo? En dicho proceso ¿te desnudas de todo vacío o revistes tu
existencia con la edad del tiempo haciendo de ello parte del proceso mismo?
TC: Lo de el proceso
creativo es algo realmente complejo, casi diría que misterioso. Intentare
resumir las principales fases por las que suelo pasar. Parto de una compleja
nube indefinida de ideas en la que se mezclan estímulos de muy diverso origen.
En esa nube coexisten sensaciones, sentimientos, temas, escritos, memoria,
intuiciones etc. Pero también estímulos meramente formales, como el interés por
la utilización de determinados materiales, soportes y medios de expresión. Esa
primera fase suele ser dilatada en el tiempo. Hablo de semanas o incluso meses.
Apuntar ideas, pequeños esquemas, escribir sobre ello, hacer fotografías,
video, almacén de imágenes. Después viene el momento de ponerse manos a la
obra. Normalmente no tengo ni idea de por dónde van las cosas hasta que ya han
salido las primeras piezas. Todo ese proceso es muy intuitivo, lleno de inseguridades,
de hallazgos y de errores. En ese momento comienzan a ganar los procesos más
reflexivos, pararse a ver, a analizar. Es el momento de tomar consciencia de lo
que está sucediendo. De extraer de la obra líneas de pensamiento, lugares de
actuación, estéticas, caminos por los que transitar. Fundamentalmente en ese
momento hay que entender. Una vez llegado a ese punto, entonces todo se vuelve más
claro, es el momento de avanzar. Las obras surgen a borbotones, de golpe, como
si hubiésemos abierto una ventana por la que entrara violentamente el aire. La
edad del tiempo en el proceso creativo está ahí, pero en un segundo plano. No
es algo constante porque cada vez que agoto una vía de trabajo y eso sucede
cada pocos años, cambio de sistema, dinamito lo anterior para descubrir cosas
nuevas. Precisamente ahora me encuentro en uno de esos momentos de ruptura. Eso
implica que la experiencia, o como tú dices la edad del tiempo, no sea
demasiado útil. Si acaso puede aportar ideas de por donde no tengo que ir, pero
es menos útil a la hora de señalar nuevos caminos.
EVA:
En la contemporaneidad de tu espacio dentro del tiempo que ya forma parte de la
historia, ¿en qué momento te encuentras y qué parte de ella es la que reclamas?
TC: (Aunque por
respuesta hubo un marcado silencio, dejo un enlace al trabajo social que
realiza Tono Carbajo desde hace tres años en "Foto
movimiento").
EVA: ¿Cuál tu aportación a la sociedad?
TC: No creo que diste
mucho de la que aportan la mayoría de las personas. Aporto mi trabajo, espero y
me exijo que sea un buen trabajo, o al menos hacerlo lo mejor que puedo. Me
gusta ofrecer sinceridad, honestidad. Espero que ese trabajo despierte algo en
los que lo reciben. Que vean la realidad humana, su realidad, nuestra realidad
de otra forma, desde otra perspectiva diferente a la que se postula desde las
grandes plataformas de pensamiento. Pretendo que la gente se haga preguntas y
que encuentre sus propias respuestas.
EVA: Estás frente a tu obra, el ciclo de
la creación ha sido plasmado traspasando su dimensión; materializando la idea.
Es hora de dar el siguiente paso: que tu obra abandone la casa materna para
hallar su propio sitio. ¿Qué es lo que esperas de los demás una vez la has
expuesto?
TC: Una vez que la obra
sale del taller entra en un ciclo en el que participan muchas personas, que
junto conmigo son responsables y copartícipes del éxito y a veces también del
fracaso. Me refiero a directores de galerías y museos, montadores, comisarios,
críticos de arte, medios de comunicación, electricistas, carpinteros; etc. De
todas esas personas espero que trabajen bien y en equipo conmigo. Del público,
el otro gran protagonista, espero que venga a ver el trabajo con la mente
abierta, dispuesta a disfrutar, dispuesta a sentir. Dispuestos a mezclar sus
experiencias y sus vidas con mi obra. Cuando eso se produce es maravilloso.
Entonces es cuando se produce el milagro de ver como brillan los ojos del
espectador, como decía Benjamín Zander.
EVA:
¿De qué forma ha definido el rumbo de tu vida la nacionalidad te ha tocado
nacer? Tus circunstancias pasadas, tengo entendido, hubo un distanciamiento
necesario...
TC: Creo que es muy
saludable mantener una cierta distancia con el lugar que nos ha visto nacer,
eso amplia horizontes, abre la mente, nos hace tolerantes con otras culturas y
nos hace ciudadanos del mundo. Galicia es un territorio desde el que era
realmente complicado emitir cualquier mensaje al exterior. Veníamos de un
aislamiento secular casi total, agravado por los duros años del Franquismo. Eso
ha cambiado mucho en los últimos años. Las mejora en las comunicaciones, la apertura
de nuevos espacios expositivos como el Centro Galego da Arte Contemporáneo
(CGAC) o el Museo de arte contemporáneo (MARCO) en Vigo o la apertura de la
facultad de Bellas Artes en Pontevedra, junto con un buen grupo de buenas
galerías y un público cada vez mejor formado, han hecho que la situación sea
muy diferente que la que había en épocas anteriores. La sociedad gallega es
ahora mucho más permeable al exterior, no es tan cerrada y énos es más fácil
ser escuchados fuera de nuestro país. De todas formas, yo no puedo considerarme
un emigrante, sería injusto con los miles de personas que por necesidad
tuvieron que irse de Galicia. Mi caso y el de muchos otros es diferente, yo me
fui por ampliar horizontes, por vivir mundo. Nada que ver con una cuestión casi
de vida o muerte, como fue el caso de muchos a lo largo de casi todo el siglo
pasado.
EVA:
¿Cuáles han sido tus herramientas de trabajo conforme el tiempo se ha deslizado
por la piel de tu memoria? ¿Han variado desde entonces? ¿Las metamorfoseaste o
ellas te cambiaron a ti?
TC: Han ido cambiando a
lo largo de los años, igual que yo he ido cambiando como individuo. Supongo que
ahora soy más reflexivo y antes era más impulsivo. Ahora se mejor donde no
tengo que meterme porque sé que determinados caminos no llevan a ninguna parte.
A nivel formal antes me servía de la pintura para expresarme y hacia alguna
instalación o algún performance de vez en cuando. Ahora es al contrario, cada
vez trabajo de forma más interdisciplinaria, más video instalaciones, menos
pintura. Aunque creo que haga lo que haga la mirada del pintor siempre estará
ahí. Eso sí, los años me han enseñado que lo de los performances en directo se
acabaron. ¡Soy demasiado tímido para una exposición tan directa al observador!
EVA:
¿Cuándo decides qué técnica usar y bajo qué circunstancias una vez pariste la
idea? En todo caso, cabría preguntarte ¿qué nace primero en ti: la idea, la
técnica, la intención, la propuesta estética, el concepto o la sin razón?
TC: Bueno,
respondiéndote primero a la última parte de tu pregunta, la cosa funciona un
poco como te contaba antes cuando me preguntabas por el proceso creativo, todo
forma parte de un extraño conglomerado. Sobre como decido la técnica a usar, es
un proceso bastante intuitivo. Sencillamente lo sé. Cuando tengo claro lo que
quiero contar, al mismo tiempo se que técnicas serán más adecuadas o que
formato es el más conveniente, Hay ideas que necesitan un espacio intimo,
recogido, pequeñito y otras en cambio solo funcionan en el gran formato. Unas
nacen siendo vídeo, otras nacen digitales y otras a brochazo limpio.
EVA:
El artista crea y el que observa se recrea. Uno ofrece y el otro recibe. El que
da, vende y el que recibe compra; es decir, ¿hay una regla que determine cuál
es la función de cada quién y en la medida de qué?
TC: No estoy de acuerdo
con un reparto tan rígido de papeles. Creo que todo es más transversal. Es
cierto que el que entra en un espacio artístico está más predispuesto a
recibir, pero aun y así, casi sin darse cuenta está interpretando la obra que
tiene ante sus ojos, se está fundiendo con ella, la está haciendo propia desde
su forma de ser, su pasado, su estado de ánimo. Dicho de otra manera: está
completando la obra, está cerrando un círculo y lo está haciendo de forma
creativa. Prueba de ello es que cada cual interpreta las piezas de forma única
y personal, luego de alguna manera también está dando algo. En la parte
mercantil, el papel es más claro. Evidentemente uno compra y otro vende. Pero a
mí por ejemplo, me encanta intercambiar trabajo por trabajo. Lo hago cada vez
que puedo y a la otra parte le interesa el trueque. Reconozco que no es lo
habitual, pero a veces es interesante.
EVA:
La esperanza íntima al momento de exponer el trabajo realizado, es hallar la
aceptación de los demás de cualquier modo posibles. Como artista que expone y se expone en cada batalla, ¿qué es lo
que esperas del público te asiste en tus partos?
TC: Si compran algo
pues es estupendo, seguro que mis hijos se lo agradecerán cuando abran la
nevera. Pero de todas formas eso es algo en lo que no pienso jamás cuando
trabajo. De lo contrario me condicionaría en extremo, me cortaría las alas y
una de las cosas más maravillosas que tiene este trabajo es el volar. A la
gente este comportamiento puede parecer le un ejercicio de irresponsabilidad y
seguramente lo es, pero como decimos en Galicia: es lo que hay.
EVA: ¿A qué público está dirigido el contenido de tu obra?
TC: No va dirigido a
nadie en concreto. Va dirigido a todo el que tenga a bien parar un instante
este tiempo acelerado en el que vivimos, situarse delante de la obra,
permitirse un instante de silencio y cruzar la puerta, colaborar con el enigma.
Dicho esto y si hacemos un ejercicio de humildad, hemos de ser conscientes de
que el arte actual utiliza un lenguaje muy especializado, al que no todo el
mundo puede acceder en profundidad. Es importante lo de “en profundidad” el
arte como lenguaje que es, tiene varios niveles. Es como una cebolla, tiene
muchas capas. Casi todo el que se acerque con ganas, independientemente de su
nivel cultural accederá a las primeras capas, sabrá si la obra le gusta o no,
aunque no sepa el porqué, pero posiblemente los niveles más interiores le
queden ocultos. Esto es así, nos guste o no. Lo mismo les sucede a los
matemáticos, los físicos, filósofos o programadores de computadoras. Hay que
conocer mínimamente el código para poder disfrutar del mensaje, de la misma
manera que tendríamos que saber inglés para leer un poema de Dylan Thomas. De
lo contrario podría gustarnos su musicalidad, su cadencia, pero nos perderíamos
gran parte de su significado.
EVA:
¿Cuántas etapas has tenido que pasar para definir un estilo y crear un sello de
identidad?
TC: Nunca he tenido la
intención de definir un estilo, es algo que va saliendo al paso a medida que se
anda el camino. Aunque suene cursi es como el amor, uno lo encuentra cuando no
lo busca y si se empeña en buscarlo no aparece nunca. Por otro lado, y como te
explicaba antes, la obra va pasando por épocas diferentes y cada una acaba
teniendo sus peculiares características estéticas reconocibles por los demás,
es decir su propio estilo, o mejor dicho sus propios estilos.
EVA:
Desmantelando el compendio de tu obra (pintura, instalación, escultura, performance, vídeo
arte, poesía), ¿de qué manera podrías unir cada fragmento y hacer
de todo ello una sola pieza?
TC: Bueno, lo de poeta
vamos a dejarlo aparte, reconozco que he escrito alguna cosilla pero siempre a
nivel privado y pidiendo disculpas por ello, seamos serios. Acepto el hecho de
que en mi trabajo está presente la poética, entendida en el sentido más amplio y
griego del término “poíesis”, creación. Una palabra que en un principio era un verbo, una acción que
transforma y otorga continuidad al mundo. ¿Cómo podría unir
los fragmentos? Bueno, puede ser una interesante línea a investigar. Supongo
que dependerá de encontrar una idea que requiera de esa unicidad para poder
existir.
EVA: Integrar al artista del ser humano
e incluso separarlo, representa un arma de doble filo, su esencia es inherente
a su condición. ¿Cómo llevas y sobrellevas tan difícil compendio sin perder los
estribos ni desubicar la razón y con ello mantener el equilibrio?
TC: En realidad me
resulta bastante sencillo. No creo que tenga mérito alguno. Por un lado creo
que soy una persona “moderadamente estable” y por otro lado tengo la suerte de
compartir mi vida, aparte de con otros artistas, con personas totalmente ajenas
al mundo de la cultura, que me mantienen con los pies en la tierra cuando me
pongo un poco pesado o demasiado “artista” Eso y que no dejo de maravillarme
con la eterna simplicidad de los amaneceres.
EVA: ¿Cómo es tu relación con los
galeristas donde mueves tu obra?
TC: Digamos que es una
relación de civilizada coexistencia. No, en serio, he tenido bastante suerte en
eso. Nunca he tenido ningún galerista que se le pasara por la cabeza
aconsejarme en mi trabajo o menos aun decirme lo que tengo que pintar. Como te
contaba antes, creo que son personas que hacen equipo en la importante fase de
defender, difundir y vender las obras una vez sale del estudio. Yo trabajo para
ellos y ellos trabajan para mí. Hay buenos y malos profesionales como en todas
partes, es cuestión de saber elegir. No te negare que alguna vez alguno se haya
quedado con la plata, pero ha sido la excepción. De todas formas en la relación
que tengo con ellos valoro mucho más el hecho de que me dejen libertad total a
la hora de trabajar y que acepten los cambios que van sucediendo. Sé que al
principio les cuesta, porque ya tienen acostumbrada a la clientela, pero
después lo aceptan de buen grado.
EVA:
El mercado español para el artista nacional y el artista extranjero, ¿cómo es?
TC: Me gustan los
países que están abiertos a lo externo, pero eso no ha de implicar en absoluto
el desprecio de lo local, lo propio. En el fondo, lo primero se da cuando en el
país hay un buen nivel cultural y lo segundo se da cuando hay baja autoestima
como país. En el caso español hemos ido evolucionando de comprar arte
exclusivamente local, a abrir nuestro mercado y adquirir también obras de
artistas extranjeros. Creo que eso es necesario y enriquecedor. Mas en el caso
español en el que como diría Castelao hemos pasado por una larga noche de
piedra. Ya hace tiempo que los museos exponen a artistas foráneos que traen
aires nuevos a las colecciones y las internacionalizan, eso es bueno. Produce
un feedback interesante. Después hay casos concretos, como la feria de arte
contemporáneo ARCO, en la que imagino que por adaptarse a reglas
internacionales de mercado, se marcan porcentajes concretos de galerías
extranjeras que participan en la feria, me parece que la proporción actual es
60 de fuera 40 de España. El problema es que muchas veces hay buenísimas
galerías de aquí que se quedan fuera de ARCO y en cambio a veces se ven
galerías de fuera con un nivel que deja bastante que desear. Como en la vida
misma se trata de disfrutar de un buen equilibrio dinámico.
EVA:
En alguna ocasión mencionabas que tu función como artista termina una vez
concluiste la obra, cuando ésta ha sido montada en exhibición. La demás tarea
corresponde al galerista u agente encargado de hacer que dicha obra circule y
llegue al sector indicado. ¿Consideras realmente tu trabajo concluye ahí o quizá
deberías involucrarte en una labor directa de mercadotecnia?
El
artista que no sabe proyectar una imagen o comercializar su obra, tendrá que
aprender a esperar toda una vida porque un milagro ocurra. En tu caso ¿de qué
forma sacas provecho de los medios de comunicación para ofrecerte como
producto?
TC: Lo que dices es uno
de los eternos temas de debate entre los artistas. He reflexionado bastante
sobre ello y he llegado a la conclusión de que la creación, difusión y venta
del arte es una larga y compleja cadena, en la que cada uno ha de desempeñar su
trabajo, hacerlo bien y de forma coordinada. Si un eslabón falla, toda la
cadena se rompe. Es bastante difícil que el artista se ocupe de todo el
proceso, casi te diría que es imposible. Evidentemente entre todo y nada hay
diferentes grados. Creo que hay que salir fuera del taller, estar en
determinados lugares, dejarse ver, moverse etc. pero de ahí a gestionar
directamente tu obra hay un abismo. Las nuevas tecnologías nos permiten una
comunicación rápida de nuestro trabajo, pero salvo en tipos de obra muy
concreta no creo que hoy por hoy marquen la diferencia entre la fama o el
fracaso comercial. Suponiendo ya de entrada una obra de alta calidad, he
conocido artistas que utilizan las más diversas técnicas de mercado y a unos
les ha salido bien y a otros no. Por el contrario he conocido a artistas
tremendamente encerrados en sí mismos y muy malos en relaciones públicas y a
unos les va bien y a otros no. No me gusta ser determinista, pero creo que
partiendo de una buena calidad de trabajo, después hay un 10 o un 20% de algo
tan incontrolable como la suerte. Siento decirlo, porque la suerte no suele ser
justa, pero creo sinceramente que eso es así. Si bien hay un tipo de suerte que
cada uno ha de provocar, hacer que suceda, después está ese porcentaje que es
incontrolable. No sé de qué depende: de los dioses, las estrellas… ni idea.
Otra de las claves supongo que está en presentar una obra un poco avanzada a la
época, para que destaque de la media, pero no demasiado avanzada porque si no
será incomprendida y rechazada. Pero esto también es muy ambiguo. ¡Cuánto bien
han hecho artistas revolucionarios, genios a los que en su momento nadie hizo
caso pero que cambiaron el mundo!
EVA: Hacer uso de Internet para difundir
tu quehacer, ¿es un medio más o el medio para captar otro tipo de público? ¿El
resultado final compensa?
TC: Lo considero un
medio de comunicación más, pero con la ventaja de que la última palabra la
tenemos las personas, somos nosotros los que decidimos lo que subir a la red y
como, cuanto y de qué manera lo presentamos. Eso es muy útil, muy directo.
Internet funciona muy bien para un tipo de trabajos pero no tan bien para
otros. Por ejemplo, para todo lo que es arte proyectual va muy bien, para
cortometraje va muy bien, para música, excelente. Donde veo que no es tan útil
es para las expresiones artísticas que requieren más la presencia, como la
pintura o las obras objetuales que requieren más de la experiencia física y de
la percepción directa. En esos casos sirve para difundir, pero se pierden
muchos matices. Otro de los inconvenientes es que esclavizan mucho, todos
empleamos mucho tiempo en mantener las redes sociales activas, o el Blog, o la
web. No tengo claro que el resultado final compense, espero que sí. Todo ese
tiempo antes se empleaba en una buena tertulia, o en trabajar más en el taller
o en ver obra en vivo en un museo. En cualquier caso es un medio que está aquí
para quedarse y hay que experimentar con él, no podemos ignorarlo.
EVA:
¿Consideras que Internet sea el medio idóneo para explorar otro campo de acción
al momento de exponer aquello que te ocupa?
Tono Carbajo: Vamos
por partes, como te decía antes, la cadena de difusión de la obra es compleja.
Internet funciona bien para según qué casos y según qué cosas. Acerca o difunde
la obra en una primera fase, pero después para obtener resultados reales hay
que cambiar a analógico. Me refiero al típico caso de conocer a alguien en una
exposición a la que le interesa tu trabajo o le gustaría conocerlo y le pasas
tu dirección web, si el interés se mantiene normalmente esa persona irá a la
fuente física, ya sea el taller, la galería, el museo etc. O el caso contrario
(aunque mucho más raro) alguien ve tu trabajo en la red y después contacta
contigo. Mi experiencia es que Internet es un océano de información y la obra
de un artista corre el riesgo de pasar desapercibida. De hecho lo que más
entradas tiene en Internet son los vídeos de caídas tontas, sexo, chistes; etc.
Es muy útil para tener disponible en todo momento información sobre obra
efímera, vídeo instalaciones, videoarte etc. Resumiendo mucho la cosa podríamos
decir que es una buena tarjeta de presentación personal, pero después hay que
entregarla en mano, de forma personalizada. Nadie deja un montón de tarjetas
encima de un banco del parque esperando que alguien coja una y le interese lo
que ofreces.
Rosa
Matilde Jiménez Cortés: "Nadie deja un montón de tarjetas encima de
un banco del parque esperando que alguien coja una y le interese lo que
ofreces". Sin duda alguna, Tono Carbajo ha dado en el blanco...
Para EntreVistArtista (EVA) © 2013
Entre Tú y Yo: Tono
Carbajo (España)
Rosa Matilde Jiménez Cortés (México)
9 de febrero de 2011